31 julio 2006

Inventé un placer

"Sólo las personas superficiales necesitan años para verse libres de una emoción, un hombre dueño de si mismo puede poner término a un dolor con la misma facilidad que puede inventar un placer." Oscar Wilde

Inventé un placer.
Creo que más bien intenté buscar una vía de escape, me agarré a un clavo ardiendo y me quemé.
Afortunadamente las cosas han cambiado, la lección ha quedado aprendida y casi un año es lo que me ha hecho falta. Fue la frase que encabeza este post la que me hizo reaccionar, ¿yo un ser superficial?, ¡que horror!. Mi obsesión tenía la tarta con su vela de primer aniversario comprada, pero no estaba dispuesto a dejar que la soplase.

Tal vez el pequeño pesar que siempre acompaña al romanticismo del perdedor, la angustia del amor imposible y el suspiro que nos crea el ser amado cuando pensamos en el nos volveremos a ver se habían instalado en mí y me provocaban cierta atracción hacia el masoquismo.
Sé que lo comenté hace poco pero insisto, que bueno es sufrir una derrota de vez en cuando, previene caidas de más alto nivel y enseña a tragarte el orgullo. Porque creo que fui algo orgulloso y, además, puede que también algo tramposo.

La falta de atención a quien la merecía porque sabía que jamás se iría creo que fue el detonante para que me pagasen con la misma moneda con la que yo jugaba a un juego prohibido.
Sí, ahora me duele y mucho, pero yo solito me lo guisé y yo solito me lo comí.

La partida terminó y no tengo ganas de volver a jugar. Quizás mañana.
Actores y actrices no faltan para empezar de nuevo. Esta vez las reglas son otras, ahora casi todo vale, no hay condicionantes ni tampoco agravantes, todos los participantes cuentan con las mismas armas. Lo único que tengo claro es que no volveré a cometer el mismo error.

Esta vez me desnudaré despacito sin que las prisas me hagan tropezar, esta vez también tendrás que quitarle alguna prenda a tu alma, esta vez me tendrás que dejar comprobar que es rojo tu corazón.

18 julio 2006

Volverá

Nostalgia por los lugares en los que nunca estuvimos
por las noches sin fin que jamás llegaron
hoy solo quedan reflejos de los buenos momentos
los hondos sentimientos se convirtieron en livianas sensaciones

Promesas que se tornan intenciones
la fidelidad ya solo es lealtad
el te amo que se queda en un te quiero
de nuevo es mi amante la soledad

Vuelve a su talla la desmesurada sensibilidad
hablan los espejos y me confiesan que de nuevo les caigo bien
desaparecido está el miedo a perder junto a su garantizada derrota
retornan los rayos de sol, los bikinis y las noches con final feliz

Vuelve el deseo y mueres tú, lo deseado
se van contigo tus ojos y tu mirada
pero no me abandonan los verdes ni los azules
porque tengo el bosque, el cielo y el mar

Camino hacia una nueva alma
con sed de vida
acariciada por la suave brisa
testigo de que besaré su sonrisa

Esta noche vestiré con poca ropa mi intimidad
harto de ánimo luciré mis mejores galas
y de nuevo la encontraré como hace tiempo prometí
con otro rostro, con otro nombre

05 julio 2006

Punto y aparte

Definitivamente se ha instalado entre nosotros el esperado, al menos por mi parte, verano. Creo que es tiempo de cerrar el capítulo que ha supuesto este último año.
Cuando comencé a escribir en este lugar, tan solo lo hacía a modo de lloriqueo y pataleta. Rápidamente pensé que continuar poniendo alguna nota de vez en cuando me permitiría analizar en un futuro ese estado de ánimo, tan ridiculamente hundido y, por qué no, reirme de ellas.
Quiero dedicar de forma especial este momento a dos personas que han leído cuando aquí se ha publicado, casi antes que yo mismo. Para estas dos personas, con las que alguna vez coincidí físicamente en un breve instante de tiempo, incluso sin darme cuenta, mi más sincera gratitud. Ellas saben como encontrarme. Para los demás, ahora que merced a unos contadores de visita he descubierto que ya sois unos varios miles, gracias también por venir algún ratito a este lugar. Suerte para todos y no dejeis de hacerlo todo con amor que no deja de ser, en última instancia, la forma más pura de amar, asegurar la buena suerta y por tanto el éxito y caer bien a nuestro destino para que, aunque siga siendo caprichoso, no sea demasiado duro con el camino que nos prepara cada día.

La semana pasada el mar estaba muy calmado y decidí alejarme tanto como fuera posible de la costa mientras reposaba sobre mi flamante colchoneta rosa. Calculo que estuve a algo más de una milla de la playa. A esa relativamente corta distancia ya no se oye nada más que el mar y alguna que otra gaviota, lejos quedan los típicos gritos de los niños rebosantes de energía que juegan en la orilla construyendo sus castillos de arena. Mi cabeza inclinada hacia un lado flotaba a pocos centímetros del agua, la vista era curiosa, cientos, miles de diminutas olas se encargaban de zarandear mi improvisada embarcación, invítandome a bailar a un ritmo realmente peculiar. Ese movimiento era muy agradable, de vez en cuando una ola, algo mayor que el resto, rompía contra el plástico salpicando unas gotas que refrescaban algún afortunado rincón de mi casi desnudo cuerpo. La paz era absoluta, estuve algo más de tres horas, pocas veces uno puede disfrutar de una soledad tan cautivadora.
A solas, el mar y yo bailando. Sencillo, espectacular.

Parte de esas tres horas las dediqué a mostrar una actitud meramente contemplativa del paisaje, intenté dejar de pensar y creo que por una vez lo conseguí.
Después de casi perder la conciencia y quedar dormido miré hacia atrás en este último año. Respiro aliviado al comprobar que por fin me encuentro bien. Ha sido extraño, difícil, gris, triste y desesperante por nombrar los primeros adjetivos que me vienen a la cabeza.
Aun así creo que he aprendido varias lecciones, esta vez sufriéndolas en mis propias carnes. La primera es que todo es finito en esta vida, empezando por ella misma. Pensaba que mi angustia y ansiedad durarían ya toda mi existencia y eso a pesar que en varias ocasiones he servido de consejero a algunos de mis mejores amigos haciéndoles hincapié en que su aparentemente ‘absoluto’ mal sería borrado de forma impoluta por el implacable devenir del tiempo en un plazo mucho menor del que pensaban. Que fácil me resulta aconsejar y que difícil seguir los propios consejos que a veces doy como si yo mismo los hubiera inventado.

Durante mi vida he estado acostumbrado a conseguir, con mayor o menos esfuerzo, todo aquello que me he propuesto. Esta experiencia, continuada, hace que asumir un fracaso en cualquier ámbito de la vida sea dificilmente digerible. Y así fue, creí encontrar a alguien especial, idealicé a una persona, la subí a un pedestal, soñé con ella y pensé que por fin podría entregar ese cariño de forma sincera, aquel que conmigo mismo presumía tener. Todo era una falsa ilusión, un auténtico desastre que me sumió en una continua ansiedad, que me quitó la luz de muchos días.
Durante la primera fase de esa obsesión se disparó mi creatividad y mi sensibilidad por las cosas. No deja de sorprenderme el increible poder que tiene el amor cuando se emplea como aporte extra de energía para conseguir cualquier objetivo marcado.

A modo de anécdota contaré que una ocasión al principio de la relación con mi primera novia fui animado a participar en una carrera ciclista. Yo ni siquiera tenía bicicleta pero conseguí una prestada y acepté la invitación. El amigo que me propuso esto entrenaba en un equipo ciclista. Era un chico bien parecido con bastante éxito entre las niñas de aquellos años, hacía unos pocos meses que el había estado tonteando con ella, y a mi eso no me hacía mucha gracia. En la primera etapa de la carrera no quedé mal del todo. En la etapa más dura de la carrera se subía un pico llamado “la vomitera”. Yo no podía con mi alma mientras subía. Me fui quedando atrás y por momentos estuve a punto de bajarme de la bicicleta. De momento, una sensación extraña me abordó, temía al ridículo, iba a quedar el último de los casi treinta corredores, encima mi amigo había atacado y posiblemente fuera en las primeras posiciones, ¿Qué pensaría ella?. En ese instante, la algodonosa nube en la que uno viaja cuando está viviendo el principio de cualquier relación decidió ayudarme. Desabroché el maillot, bebí algo de agua y me levanté de la bicicleta. Cada vez daba pedales más cómodo sin poder entender cómo, unos amigos que me acompañaban grabando aquello por video empezaron a animarme, no daban un duro por mí y la reacción les llamó la atención. Por mi cabeza solo pasaba una cosa, ella.
Así, uno a uno fui adelantando a buen número de los corredores. En una de las curvas del puerto pude ver algo más arriba a mi amigo, nos cruzamos la mirada, al verme volvió su cabeza al frente y también se levantó del sillín. No podía creer que marchase segundo. Quedaba poco para terminar, era prácticamente imposible darle alcance, llegué a desear que aquel sufrimiento durase algunos metros más para conseguir lo impensable, ganar. El premio llegó en forma de desfallecimiento, cuando quedaban menos de trescientos metros mi amigo sufrió una pájara, prácticamente no podía pedalear, no tardé en darle alcance, al pasar por su lado nos volvimos a mirar, no olvidaré su expresión, su cara totalmente desencajada, su mirada de dolor, ninguno de los dos conservábamos fuerzas para hablar. No quedarían ni cincuenta pedaladas para llegar, le tendí mi mano para terminar juntos, y así fue. Estaba completamente exhausto, al bajar de la bicicleta no podía tenerme en pie, me resultaba imposible andar y me tiré al suelo. Comencé a llorar de dolor, creía que me quedaba sin piernas. Mis amigos bajaron de la moto, estaban locos, más contentos que yo. Se tiraron encima de mí, el otro amigo, que cruzó conmigo la meta también vino a abrazarme. A los pocos minutos las lágrimas de dolor se conviritieron en lágrimas de emoción cuando subí a recoger el trofeo. Ganar en una carrera ciclstas, con gente de mi edad que entrenaba y competía. No tuve que pasar prueba antidopping, aunque no me hubiera importado porque que yo sepa, el amor todavía no es una sustancia prohibida. Aquello sucedía en el verano del noventa y tres. Hace un par de años me encontré con el chico que llevó la cámara, me dijo que tenía algo para mí. Se trataba de la cinta que grabó. Llamé a todos mis amigos y nos reunimos en una casa para verla. Habían pasado más de diez años. Cuando uno se ve, junto a los suyos pasado un tiempo las emociones afloran rápidamente. Nuestras vidas, nuestras caras habían cambiado. La amistad permanecía intacta.

Aquel poder que otorgaba algo tan sencillo como El Amor era demasiado goloso. Para conseguirlo solo bastaba mostrar cariño en cada acción realizada. En forma de mujer, el año pasado, creía descubrir la fuente de aquella inagotable fuente de energía y sensaciones.

Después de este, no tan breve, inciso seguiré contando parte de lo que en este último año me ha sucedido, mientras de alguna forma reflexiono sobre los hechos.

Cuando uno está enamorado, o al menos cree estarlo su creatividad se dispara y la sensibilidad por las pequeñas cosas llega a ser desmesurada. Jamás antes me había sentido rechazado. Tampoco he vuelto a sentirlo, por tanto esa ha sido la única vez, y espero que la última en la que experimente esa sensación. Cuando estás acostumbrado de alguna forma al éxito, a conseguir lo que te propones, sentirte rechazado resulta un duro revés, produce inestabilidad, el desequilibrio te abruma, tu actitud se vuelve impredecible y hasta puedes llegar a perder el control sobre ti mismo. La, siempre existente, parte positiva de este acontecimiento, consiste en que el rechazo te sirve de toque de atención. Sin lugar a dudas supone una cura de humildad en mayúsculas. Todos somos vulnerables, incluso los que hemos creído no parecerlo. Como mecanismo automático de defensa mi autoestima necesitaba ser disparada, y fue entonces cuando se puso en marcha la creatividad. He escrito un par de canciones, he vuelto a tocar un piano que tenía abandonado para que de mis manos salieran las notas de “Claire de lune” de Debussy y los meláncolicos acordes de “Glashow Theme” de Craig Armstrong. He leído poesía, he escuchado en su propia voz a Benedettí échandose a si mismo la culpa mientras cobárdemente me autocompadecía. Me he sentido egoístamente protagonista de cientos de canciones, con las que he adornado la soledad en la que yo mismo me refugiaba con si a mi propio destino quisiera darle pena. He decidido darle un giro total a mi vida como si ya nada de lo que tenía me importase. Me he aislado y no he contado nada a nadie, tan solo alguna vez a pocas personas de las que he sabido su lejanía, a las que no temía por y para nada. Sin tener ningún derecho he dado consejos a buenos amigos con el corazón roto tras ser dejados de lado por sus parejas mientras yo me refugiaba en el silencio y en el secretismo interior. He escrito una historia, que bien podía servir presagio de la transición de las experiencias vividas a las soñadas, a la pura fantasía. Una historia a modo de regalo de cumpleaños, escrita durante una tarde, en la que sin saberlo yo mismo me castigaría por más tiempo del imaginado. He rechazado oportunidades de mejorar laboralmente porque no me encontraba bien emocionalmente y no había puesto que me resultase seductor. Finalmente, decidí dejar mi trabajo, para emprender una aventura por libre, con la firme decisión de encontrar la propia prosperidad enriquecedora, de no volver a tener dos días iguales y poder así escapar de la rutina que día tras otro me amartilleaba en la intimidad.

Hoy puedo escribir estas palabras sin perder la sonrisa, sin caer otra vez en la autocompasión. Ya he dejado de no gustarme cuando me miro al espejo. No se muy bien cuando se ha producido el cambio, pero cuando me paro a pensarlo siento una satisfacción dificilmente explicable. Por fin he vuelto a recuperar la actitud positiva, el cariño, y la voz firme. Ya no hay lugar para el lamento, este texto no pretende ser eso, tan solo una reflexión final, creo que vista con la perspectiva necesaria que una vez pretendí tener y finalmente creo haber conseguido…

22 junio 2006

Teoría de los seis grados

Cierra los ojos. Ahora piensa en alguien, por inalcanzable que parezca. Posiblemente esté a tan solo seis grados de tí.
Esta teoría la pusieron de moda hace medio siglo unos científicos americanos cuando plantearon el problema "Dado un grupo de N personas, ¿cuál es la probabilidad de que cada miembro M1, M2, ... , Mn esté conectádo entre sí vía E1, E2, ... , En enlaces?". El reto era planteado y la polémica servida.

Década y media después, este problema fue replanteado con un enfoque más sociológico y otro estadounidense propuso el experimento "small world" pretendiendo con él, demostrar esta teoría de una forma mucho más pragmática. Esta demostración consistía en el envío de un mensaje postal a una persona desconocida de la que solo se facilitaba su nombre y localización aproximada (una ciudad situada en la otra costa). Las personas encargadas de enviar los mensajes, en su mayoría creían que serían necesarios varios cientos de intermediarios para que llegase a su destino. Sorprendentemente, el promedio se situaba entre cinco y siete.

Este fenómeno ha sido conocido popularmente en nuestro querido país como la teoría de "el mundo es un pañuelo" sufrida en alguna ocasión por cada uno de nosotros. Una derivación de esta curiosa ley es la de "la vida da muchas vueltas", axioma empleado por algunos en diversas situaciones.

Computacionalmente, esta teoría da mucho juego y un humilde servidor, allá a finales de los noventa del pasado milenio, tuvo la idea de proponer a un profesor desarrollar un experimento que consistía en una aproximación heurística que simulase esa teoría social a cambio de sacrificar el examen de la asignatura "Técnicas de inteligencia artificial", TIA para los amigos.

El experimento era totalmente parametrizable, población, número de comunidades, número de enlaces por nodo...
Las conclusiones me parecen interesantes:

"Todos nos conocemos en el pueblo" --> que gran verdad y que obvio parece después de ver los resultados.

El problema es cuando nos vamos a una ciudad más grande --> entonces conozco a los del barrio, pero seguro que tienes a un amigo viviendo en la otra punta de la ciudad o a un primo que tienen un vecino que conoce a la dependienta de la panadería. casi Casi podríamos decir que seguimos conociéndonos todos...

"Conforme nos alejamos los grados de separación aumentan, pero NO SIEMPRE" --> esa es la clave, encontrar la excepción, ¿Cómo? --> aumentando tu red de contactos.

Si tú solo conoces dos personas, cada una de ellas a otras dos y así sucesivamente, puede que necesites dar quince "saltos" para encontrar a alguien en una población de treinta mil individuos.

Si conoces a, pongamos, ciento setenta y cinco y, cada uno de éstos a otros tantos, sólo necesitarás dar dos de esos saltos.

Conclusión más gorda que la anterior --> "Teje tu red de contactos y tendrás el mundo en la palma de tu mano".

Aquí es donde cada maestrillo saca su librillo y las conclusiones que mejor le vayan con sus asuntillos.

Si nos planteamos esto en plan competición la táctica podría ser la siguiente: Aumentemos la base (contactos que tenemos) buscando que el exponente ("saltos") sea menor para así llegar antes a nuestro objetivo (pensemos a lo grande, totalidad de la población mundial, exceptuando los fugitivos de la ley, terroristas escondidos y algun que otro elemento más).

Si queremos ganar este concurso, debemos plantearnos cuales son los "contactos estrella". Por un lado los que, a su vez, más contactos tienen. Por otro, los que dan un salto y nos permiten entrar en otra "comunidad" que parece que nos queda alejada (en kilómetros o en estatus social).

Como para mí la vida es más un juego que un concurso cambio esta táctica por una estrategia global: "hagas los que hagas, hazlo con amor". El factor amor, de momento no se sabe modelar computacionalmente. Esto es una suerte porque así todos jugamos en las mismas condiciones al juego de la vida que toda una vida dura. Quien más quiera amar, que más ame...

De ahí en adelante, que cada uno saque sus conclusiones que seguramente serán miles y al mismo tiempo sólo una.

Jueves, 5:23 AM.



Caprichitos del destino = El mundo es un pañuelo + la vida da muchas vueltas + Miguel y Lucía + ...

21 junio 2006

Cita a ciegas (II)

Villa Lutèce Port Royal
52 rue Jenner
75013 Paris

Del 30 de junio a 2 de julio me podrás encontrar allí, dejaré un mensaje para tí en recepción.
Si decides venir tienes garantizado buen champagne durante toda la velada.

Disculpa las formas, creo que estoy loca pero me atrajo demasiado la idea cuando rondó mi cabeza, ya he dejado de hacer muchas cosas en mi vida por no arriesgar.


¿Un juego?, ¿una locura?, ¿una broma?

Seguir jugando solo costaba 32,65€ si decidía continuar con aquello el mismo día que leía este mensaje. Era asumible...

12 junio 2006

Miguel, Lucía y los caprichos del destino (III)

La historia continuaba así...

Un hombre que no mediría más de uno sesenta, de tez morena, pelo negro azabache y nariz chata esperaba a Miguel con un cartel en el que una poco cuidada caligrafía dejaba leer: "Señor Miguel Alcaras. España".
Durante el camino hacia Tikal, Miguel pensaba en que lo había llevado hasta allá, apenas atendía a aquel hombre que no paraba de contarle mil anécdotas de su pueblo y de los demás voluntarios que habían ido en los últimos años.

Mientas tanto Lucía vivía su "luna de miel". Quizás fue en este tiempo cuando realmente empezaban a conocerse y Lucía comenzaba a sospechar que puede que hubiera cometido un error casándose de forma tan precipitada, pero de lo que estaba segura era de que amaba a aquel niño que en unos meses daría a luz. Las discusiones se sucedían a diario, Lucía se sorprendía al pensar como pudo tener esa especie de flechazo que ahora claramente había dejado de existir. En muy poco tiempo estba inmersa en una vida que no era la que quería vivir.

Los tres primeros días fueron de toma de contacto con el resto del grupo, en estas jornadas se trataba de conocer a cada voluntario a fondo para poder asignarle la tarea que mejor se ajustase a su persona. Miguel sería encargado de educar a niños de prácticamente todas las edades, enseñándoles a leer y a realizar trabajos manuales.

La vida como pareja de Lucía era un auténtico desastre, la impasibilidad y la indiferencia de Pablo la preocupaban profundamente, pronto ella tendría que dejar de trabajar debido a su avanzado estado de gestación y él seguía pensando que algún día le llovería una oferta de trabajo millonaria a la que esperaba pacientemente tumbado en el sofá. La situación se volvía insostenible.

Al mismo tiempo, muy lejos de allí, las miradas de los niños, sus abrazos y sus sonrisas eran la mejor recompensa que podía tener Miguel por su trabajo, cada día se sentía más cómodo allí. Poco a poco olvidaba su vida anterior, la idea de volver a Madrid se iba desvaneciendo. Solo echaba de menos a su hermana a la que llamaba de vez en cuando y a Lucía, de la que nada más sabía. Sin embargo, su díario se lo dedicaba a ella, y a ella se dirigía cada día contando sus nuevas vivencias. Cuando todo su pasado estaba tan lejos, escribir ésto era de una gran ayuda para él. En alguna ocasión intentó dejar de escribir como si ella lo estuviese leyendo, no le encontraba ningún sentido a hacer ésto, pero al mismo tiempo sentía que no hacía daño a nadie salvo, quizás, a si mismo.

Una mañana cuando Lucía regresaba a casa, encontró una nota:
"Lucía, lo siento, la situación me desborda. Todo ha sucedido muy rápido. No quiero seguir con esto. He conocido a alguien, jamás será como tú pero necesito salir de alguna forma. Sé que no soy valiente y ojalá puedas perdonarme. Espero que tengas mucha suerte. De verdad, lo siento. Pablo"
No podía creerlo, Lucía se quedó sentada en la cama con la mirada perdida durante más de una hora. Pasado ese tiempo, cerró los ojos y sonrió. Efectivamente todo había sucedido muy rápido, había tomado una decisión equivocada simplemente por contentar a los suyos. Acaba de perder a lo que para ella solo estaba siendo un lastre. Solo podía pensar en su hijo...
(debe continuar...)

08 junio 2006

Ítaca

Para los que creen que la asunción de la propia mediocridad es el primer paso que abre el camino hacia la, siempre firme en el horizonte, prosperidad enriquecedora.

Para ellos y para los que decidieron partir en su búsqueda algún día con billete de solo ida, ahí les va una humilde traducción de un poema de Constantin Cavafis que trato de mantener a mano para combatir la posible llegada de nuevas turbulencias en mi vuelo personal.

Cuando inicies tu viaje a Ítaca,
ruega que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de conocimiento.
No temas a los Lestrigones
a los Cíclopes y al furioso Poseidón.
Jamás encontrarás tales cosas en tu camino,
si tus pensamientos se mantienen elevados, si una bella
emoción toca tu cuerpo y tu espíritu.
Jamás encontrarás a los Lestrigones,
a los Cíclopes y al fiero Poseidón,
si no los llevas contigo dentro de tu alma,
si tu alma no los alza frente a ti.

Ruega entonces que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano,
en las que entres a puertos por primera vez vistos
¡con qué placer, con qué alegría!
Detente en los mercados fenicios,
y compra mercadería fina,
nácar y corales, ámbar y ébano,
y perfumes agradables de toda especie,
compra tantos perfumes agradables como puedas;
visita una multitud de ciudades egipcias,
para aprender y aprender de aquellos que tienen conocimiento.

Mantén siempre Ítaca fija en tu mente.
Llegar allí es tu meta última.
Pero no apresures el viaje para nada.
Es mejor dejarlo durar por largos años;
e incluso anclar junto a la isla cuando ya estés viejo,
rico con todo lo que has ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te dé riquezas.

Ítaca te ha dado el hermoso viaje.
Sin ella jamás habrías emprendido el camino.
Pero no tiene nada más que darte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te habrá defraudado.
Con la gran sabiduría que habrás ganado, con tanta experiencia,
ya habrás entendido para entonces lo que las Ítacas significan.

03 junio 2006

Tírame un beso


¿Cómo recuperar esa sensibilidad por la belleza?
creí tener un as debajo de la manga
pero lo tuyo no fue del verano una ganga
ahora sólo me queda algo de calor y destellos de tristeza

tus ojos claros por unos días fueron mi faro
a toda hora marcaban mi rumbo con descaro
negra era la ropa que tímidamente cubría tus piernas
tus caderas al caminar causa de mi hipnosis eterna

como no voy hoy a sufrir
si se que jamás encontraré
otra chica igual que tanto me haga sentir
a tí te soñaré, por tí suspiraré

por tus besos dulces sabor a miel
por tus besos frescos con aroma a melocotón
por tus besos con pasión como tu mirada de ciencia ficción
por tus besos rojos reflejo de cualquier clavel

anda se buena y tírame por fin ese beso
por insistir y seguir siendo preso
a pesar de todo lo que tenga de inmoral
del encierro insular en pleno período estival

y que se lleve el viento el arrepentimiento
de la única cosa que hoy lamento
el haber dudado y no haber aceptado
con los ojos cerrados aquel beso regalado

31 mayo 2006

Cita a ciegas (I)

Nos contábamos algún secreto de esos que jamás le contarías a nadie de tu entorno pero si a un completo desconocido que no supiera nada de tí, para el que fueras totalmente anónimo. Desconocíamos nuestras caras, nuestras voces, incluso ignorábamos nuestros nombres.

Este blog no tiene habilitada la opción de dejar comentarios, y buena parte de haber tomado esa decisión fue provocada por lo que a continuación relato en esta historia.
Dicen que las tentaciones están para caer en ellas. Si no quieres enfrentarte a ellas intenta evitarlas.

Como algunas noches, me disponía a escribir cualquier cosa para cansar algo mi vista mientras esperaba que Morfeo me llevase a dar un pequeño paseo. Fue entonces cuando me sorprendio ver el cartel de "1 comment" en el último escrito que había dejado un par de días antes. Pinché sobre el y pude leer: "escríbeme" acompañado de una dirección de correo electrónico. No ponía nada más, me resultaba intrigante, alguien empleaba su tiempo en leer ésto y encima me pedía de esa forma tan escueta que le escribiese, ¿Quién sería?, ¿Qué querría?.

Evidentemente no pude resistir la tentación y le escribí. Fue un breve correo, tampoco tenía demasiado que decir. Al día siguiente recibí respuesta, en su mensaje había un enlace y el texto "¿no te dice nada?". Al comprobar lo que había en aquella página me quede boquiabierto, no sabía si se trataba de una broma, pero había un texto prácticamente idéntico a uno mío acompañado de una fotografía. Todo hacía pensar en una broma de alguien y yo estaba dispuesto a hacerme el sorprendido hasta que, casualmente, echando un vistazo a sus artículos descubrí uno donde aparecía una fotografía exactamente igual a una que yo mismo había hecho y era imposible que esa persona hubiese visto. La curiosidad seguía creciendo.

"Acabo de quedarme de piedra", le contesté. No sabía como reaccionar, no hacia otra cosa que pensar en quien podía estar detrás de ésto. Continuamos intercambiando algunos mensajes practicamente a diario, en apenas una semana. Eran cortos pero llenos de sentido, me encantaba leerle y me sentía cómodo escribiéndo, al poco tiempo decidimos escribir una historia a medias...

Dedicába parte de la noche, hasta bien entrada la madrugada a escribir sobre el mismo relato. Cuando uno no tenía ninguna idea, aparecía el otro, aquello crecía y crecía. Las horas volaban, mis ojeras crecían día a día. Cada vez estaba más absorbido por aquello.

La historia hablaba, como no, de dos desconocidos, era nuestra historia, pura ficción, una historia que poco a poco se iría convertiendo en deseo, deseo por continuar con la siguiente línea, inquietud por saber que habría escrito.

Una mañana, nada más llegar al despacho, mientras me tomaba mi café de las ocho entré a ver si tenía novedades y vaya si las hubo, de repente me quedé prácticamente sin respiración, mi estómago se encogía, no daba crédito a lo que estaba leyendo...

27 mayo 2006

Viajes

Bastaba con dormirme para tenerte,
cerraba los ojos, abría la mente.

Viajes relámpago que duraban
lo que dura una madrugada,

Me esperabas en aquel andén de Grenoble,
donde solo había lugar para la niebla,
los blancos, los negros y los grises

Viajes con la única despedida
de la llegada de un nuevo día

Viajes de sueño, sueños de viajes
nuestros corazones de papel
son nuestro único equipaje
cenas sin camareros, sin prisas y sin mantel

Viajes con banda sonora
a mil kilómetros por hora

Suena el despertador, y ya te has levantado
parece que tenías prisa,
ni siquiera has desayunado,
pongo los pies en el suelo, para tí esta sonrisa.