31 diciembre 2006

2006. Cuaderno de bitácora

Cuaderno de bitácora:
"Libro en que se apunta el rumbo, velocidad, maniobras y demás accidentes de la navegación".

Jamás hubiera pensado que este rinconcito donde a veces escribo porque estoy triste, otras porque sé que hay gente que vuelve y, en el peor de los casos, porque nunca es mal ejercicio; iba a cumplir un año.
Por alguna razón que de verdad desconozco vuelvo aquí a escribir.
Tantas veces he pensado que sería la última visita...
Ahora es cuando menos tiempo tengo de mantener esto vivo y cuando más cargo de conciencia me produce pensar que pierdo algún minuto aquí.
Cuando la ajena ya no es la cuenta que te paga el aprovechamiento del tiempo se torna una especie de obsesión...

Y como justo hace un año, ahí van alguna de las cosas que, haciendo memoria, puedo haber aprendido este año (o haber reforzado su aprendizaje):


Que no solo hay que saber perder sino también saber ganar
Que mientras seamos capaces de aprender no será necesario mirar hacia atrás
Que las mentiras no son más que mentiras
Que siempre que no paremos no nos debe de preocupar lo rápido que caminemos
Que, aunque a veces merezca poco la pena, es de naturaleza humana perseguir lo inaccesible
Que creemos en los imposibles por encima de los improbables
Que, sin duda alguna, la suerte es la mejor aliada
Que la teoría del caos cae con fuerza sobre nosotros más de lo que imaginamos
Que ese caos no tiene por qué desestabilizarnos
Que un mal trago puede ser el comienzo de una gran aventura
Que los retos son los peores enemigos de las derrotas
Que las palabras son la mayor arma de seducción
Que los gestos representan la máxima garantía de fidelización
Que los años nos hacen selectivos con las personas y exigentes con nosotros mismos
Que tus deseos no tienen por qué ser los de los demás, ni siquiera pueden ser parecidos
Que quien no ha probado el sabor amargo no puede conocer el dulce
Que no es tan bella la arruga como dicen
Que el encanto de cada uno es su primera puerta hacia el éxito
Que antes que saborear las mieles de un triunfo conviene trabajar por el siguiente
Que las caídas hacen que miremos de reojo con mayor frecuencia
Que los golpes de las caídas erosionan nuestra confianza en los demás
Que las cicatrices de los golpes ayudan a nuestra memoria a quitarnos esa venda que nos ciega
Que este corazón sigue teniendo ganas de latir
Que nunca debemos esperar el acuse de recibo
Que jamás me callaré nada de lo que siento y menos cuando lo que siento es amor
Que aquel que aprenda a olvidar podrá recuperar su inocencia
Que conforme cumplimos años, los tres círculos se convierten en uno solo
Que la salud es el más importante y volátil de todos los bienes
Que la superficialidad está de moda
Que nos empeñamos en buscar lejos aquello que merece la pena cuando a veces lo tenemos al lado
Que la soledad a veces es capaz de enamorar
Que mientras en algún quede prueba alguna de amor no perderé la ilusión por encontrarlo

25 diciembre 2006

La suerte (I)

A veces creemos conocer los factores que determinan hacia que lado caerá la bola, necesitamos creer que podemos llegar a controlarlos.
Es evidanete el porqué de esta fe ciega, seríamos incapaces de vivir, de luchar por algo que está totalmente abandonado a los designios de la suerte. Pero la realidad es esa, vivimos a expensas de la suerte, trazamos planes, se dan circunstancias que nos llevan a alguien, ese alguien nos influye de alguna forma, bien sea generándose una oporunidad de cualquier tipo: emprender una nueva relacción de amistad, sexual, laboral; desestabilizándonos emocionalmente, haciéndonos recapacitar acerca de un tema, etc...
Planes, planes, planes... ya los critiqué, menos de lo que se merecían, pero lo hice.
La clave está en fijar objetivos a modo de estrella polar que nos permitan mantener la orientación ante desestabilidades. El camino para alcanzarlos nunca será el que imaginamos en un principio y es la capacidad de adaptación donde se marcan las diferencias entre los que triunfan y los que creyeron ver un abismo donde solo había una pequeña piedra.
Y es en esa adaptabilidad donde reside el auténtico camino hacia el éxito en cualquiera de sus variantes.
Cuantas más veces podamos soportar la caída de la bola en nuestro campo, más cerca estaremos de ganar el partido.

22 diciembre 2006

20297

El veinte de febrero de 1997 hacía frío, mucho frío.

Recuerdo que llevaba la pierna derecha escayolada y sudé la gota gorda para llegar desde mi casa al aulario II, unos 3 kms con muletas eran muchos kilómetros. Tenía el examen de TDS, Tratamiento Digital de la Señal. Recuerdo la fecha porque conservo el enunciado de la prueba y en el encabezado viene la fecha.

¿Y que tiene que ver con esto? Pues no gran cosa, pero cuando terminé tuve que esperar una hora a que vinieran por mi solo en el aula y comencé a escribir. Estaba feliz. Después de terminar un examen uno siempre está de alguna forma contento porque, independientemente del resultado, se quita un peso de encima. Si además le va bien, entonces hasta puede llegar a sonreir irremediablemente. Fue una de las primeras veces que me paré a escribir, tampoco podía hacer mucho más, en aquel entonces no habían juguetitos tipo ipod, pdas, portátiles con wifi, etc.. Ni siquiera tenía móvil y allí estaba esperando que viniesen por mí.
Aquel escrito está guardado, en una caja de folios junto a los apuntes de la asignatura. Hablaba sobre donde me veía diez años despúes, o lo que es lo mismo, más o menos por estas fechas.
Esa carta fue olvidada hasta hoy, día del sorteo de navidad, día en el que un número de cinco cifras es protagonista total de la escena. Por supuesto que no tengo ninguna participación de ese número, nunca la tengo. Como no me fijé antes en un número tan bonito!!
Enhorabuena a los premiados...

Por supuesto que no acerté en nada cuando escribí aquella carta. 10 años parecía un tiempo muy lejano. Pero nada más lejos de la realidad...
22126, ¿por qué no volver a jugar a ser adivino?

Que el maquillaje no apague tu risa
que el equipaje no lastre tus alas
que el calendario no venga con prisas
que el diccionario detenga las balas

que las persianas corrijan la aurora
que gane el quiero la guerra del puedo
que los que esperan no cuenten las horas
que los que matan se mueran de miedo

que el fin del mundo te pille bailando
que el escenario te tiña las canas
que nunca sepas ni como ni cuando
ni ciento volando, ni ayer ni mañana

que el corazón no se pase de moda
que los otoños te doren la piel
que cada noche sea noche de boda
que no se ponga la luna miel

que las verdades no tengan complejos
que las mentiras parezcan mentiras
que no te den la razón los espejos
que te aproveche mirar lo que miras

que no se ocupe de ti el desamparo
que cada cena sea tu ultima cena
que ser valiente no salga tan caro
que ser cobarde no valga la pena

que no te compren por menos de nada
que no te vendan amor sin espinas
que no te duerman con cuentos de hadas
que no te cierren el bar de la esquina

que el corazón no se pase de moda
que los otoños te doren la piel
que cada noche sea noche de boda
que no se ponga la luna de miel

Joaquín Sabina

20 diciembre 2006

Haciendo tiempo

"la felicidad está escondida en la sala de espera de la felicidad"

Se acerca la hora de hacer balance de todo lo acontecido durante este 2006, sin duda un año en el que han cambiado muchas cosas en mi vida.
La esencia de la personalidad de cada uno es algo que no cambia ya a cierta edad, edad que supero ya con creces.

El 2005 fue en sus postrimerías un año de angustias infundadas, que son las que más desesperan.
El 2006 en sus comienzos todavía sufría los efectos secundarios de aquella surrealista agonía, tremendo desbarajuste emocional capaz de sacar de quicio al más pintado.

Cambios, cambios, era el momento de dar un giro a unas cuantas cosas. Lo pagué dejando mi puesto de trabajo para emprender una idea que rondaba tiempo mi pensamiento. Aquel trabajo que me disponía abandonar era cómodo, estable y bien pagado. Puede parecer una tontería pero una de las cosas que más me irritaba eran las charlas que nos daba el director general en las cenas de verano y navidad.
Año tras año la misma cantina: cuanto crecemos, somos los mejores, vamos a invertir en formación, somos los que mas hemos crecido, vamos a hacer esto, lo otro y lo de más allá, a todos los que habéis apostado por continuar y los que estáis desde el principio en esto se os recompensará, bla bla bla. Por supuesto todo esto iba adornado con todo ese vocabulario ridículo que emplean los directivos, yupis y demás "quieroynopuedos" del mundo empresarial; palabras como nicho, partner, tejido empresarial, cash flow, coyuntura, sinergia, business intelligence, cuadro de mando, etc etc... Mientras tanto los salarios permanecían congelados al tiempo en el que el Euribor emprendía su particular escalada camino el ahogo de esta desprotegida sociedad.

Esos días, a mi me sentaba mal la cena, observando a mis compañeros como miraban atentamente a este charlatán. El pagaba aquel banquete, y por eso tenía derecho a sentirse como un político en plena campaña: vengan a verme con banderitas, aplaudanme, a cambio tendrán un bocadillo de jamón y un refresco.

Y así fue: "me voy, me voy", "no te vas, no te vas" y al final me fui y emprendí.
Dentro de 45 minutos recojo un premio en metálico que me concedió el ayuntamiento junto a la cámara provincial de comercio. Fue el primer reconocimiento a una idea que decidí llevar adelante. La idea de un proyecto que quizás fue llevado adelante porque en ese momento estaba enfadado con el resto del mundo, bendito momento aquel...

Y hasta aquí esta pequeña reflexión acerca de como un poco de desestabilidad emocional puede actuar como revulsivo... Así que: ¡que vivan los veranos con todo lo a veces traen!

Hora de retocarse para la foto, hay que aprovechar la publicidad gratuita....

08 diciembre 2006

El Ilusionista

"Te lo agradezco pero no
te lo agradezco mira niña pero no
yo ya logré dejarte aparte
no hago otra cosa que olvidarte".
(Alejandro Sanz)





¿Fue ella una ilusión?
Él nunca más volvió a verla.
Poco a poco su imagen se fue desvaneciendo. El tiempo siempre acepta este tipo de trabajos y lentamente se encarga de apagar la luz que da vida a los colores que conforman un recuerdo.

Él había decidido luchar contra el tiempo, sabía que tenía poco tiempo pero debía encontrar la solución, no estaba dispuesto a perder algo tan hermoso. Después de mucho caminar, buscando con insistencia en cada rincón la más mínima señal que volviera a traerle aquellas sensaciones, encontró un bonito lugar que, como no, se encontraba muy cerca del mar.

Los días soleados le gustaba visitar aquel paraje, allí encontraba la paz; la luz era la encargada de pintar lo que bien podían ser estrellas posadas sobre el agua. Esa misma luz era la responsable de luchar contra el implacable tiempo, y lo hacía desplegando toda una gama de verdes y azules tan amplia como la que alguna vez escondieron los ojos de Ella. Allí pasaba las tardes enteras, no importaba hacia donde mirase, siempre era inevitable revivir un recuerdo de Ella a pesar de ser consciente de que ya nunca volvería.

Entonces, El Ilusionista, decidía esconderse en el horizonte de aquella playa de poniente, los naranjas y amarillos se encargaban de acaparar entonces el protagonismo hasta que las estrellas que flotaban en el mar volvían a subir al firmamento, el cielo dejaba de besar el mar y los desgastados recuerdos se iban a dormir. En ese preciso momento era El Tiempo quien sacaba pecho, como siempre constante, incesante e imponente. Una vez más, ante un moribundo atardecer, conseguía alzarse victorioso.

Pasaron los años y la batalla fue ganada por el invecible e implacable Tiempo. El Ilusionista ya no llenaba en sus amaneceres, había perdido su capacidad de sorpresa, se volvía incapaz de despertar aquel repertorio de emociones.

Lo que quizás algunos nunca llegaron a comprender fue que El Ilusionista tampoco descansaba nunca y recorría los cinco continentes regalando sueños a sus seguidores. Mientras tanto, El Tiempo, rey de la ubiquidad, tenía demasiados corazones a los que curar.

Él necesitó aparte de la ayuda del tiempo, la suya propia para conseguir escapar de esa emoción y así fue como lo logró: una de las veces que creyó encontrar la mirada de Ella reflejada en el mar, nadó hasta exactamente ese lugar, utilizó sus manos a modo de cuenco y las llenó de aquel agua que tenía un color tan especial. Entonces la miró hacia sus manos y solamente podía ver sus palmas, no había ningún azul, el agua era cristalina. En ese preciso instante levantó la cabeza y miró al sol sonriendo. Acababa de entenderlo todo, durante todo ese tiempo se había dejado encandilar por el placer que le daba una ilusión; ahora volvía a ser libre. Esa tarde una nube se encargó de anular la función del Ilusionista, Él nunca más volvió a aquel lugar.

PS:
Cuenta la leyenda, que a veces en el pais de los sueños es posible vetar la entrada al tiempo. Y es entonces cuando entre imágenes en blanco y negro, El Ilusionista vuelve a mostrarnos su magia con un nuevo espectáculo. En él, los recuerdos nos llevan en su alfombra mágica por una ruta en las que los imposibles solo son pequeños obstáculos; un camino lleno de segundas oportunidades, una senda donde no caben los pasos en falso, una película donde solo al final se rompe con los suaves tonos grises, una historia que termina con el reencuentro de su mirada... Y de nuevo un despertar, otra vez esclavos del mayor dictador que nunca se conocío, El Tiempo. Y me sigo preguntando cual es su papel, si el de sanador o simplemente el de un ladrón de sueños...

02 diciembre 2006

Recuerdos sin nostalgia.

Igual solo es un reflejo pero he vuelto a tener ganas de escribir desde lo más hondo.
Y no puede ser más grato comprobar que he cambiado la angustia por una sonrisa de esas de medio lado. Sin buscarlo me he encontrado con unas fotos que en otro momento me hubieran dejado chafado un buen tiempo y sin embargo hoy me ha sabido bien y todo, me he alegrado de verlas. Repito, no puedo estar más contento hoy.

Hace mucho mucho tiempo, hablé de Esperanza, Olvido, Milagros y alguna otra más...
Fue una historia desesperada escrita desde la angustia, sin ningún propósito, quejándome de aquello que me dolía y me desesperaba.
Como ya dije una vez, estaba demasiado mal acostumbrado a conseguir aquello que me proponía; y en su momento quería ir a por algo pero lo peor fue que no solo lo quise, además lo desee hasta el punto de perder el control de la situación. No fue fácil asumirlo, de hecho creo que no llegué a hacerlo del todo pero ahora consigo pensar en esta historia sin contemplar la posibilidad de una nueva recaída. Nada tuvo sentido porque nada hubo.

Confundí un destello con una estrella
un espejismo con un sueño
un capricho con una ilusión
una anécdota con una historia
un recuerdo con el pasado
una emoción con un sentimiento

Construí un pedestal
día tras día
mi propio engaño fue su promotor
la subí a lo más alto
y a la entrega de llaves
no había reina, ni trono, ni reino

Desde entonces el firmamento
guarda un silencio respetuoso
por una ilusión desilusionada
bendita cura de humildad
oportuno castigo despertador

Y entre todas las formas de amor
hay una que ya no volveré a encontrar
no queda sitio para la inocencia
ya solo camino por donde hay pisadas
pero aun así nunca podré dejar de amar

Días

Tampoco tengo claro muy bien el por qué, pero estoy contento y satisfecho con casi todo hoy...

Todo va saliendo: lo interminable se hace finito, lo imposible pasa a ser probable, lo improbable se hace posible y como guinda, me encuentro con una renovada amistad con los buenos recuerdos. Sigo pensando que soy un tipo con suerte; no pienso dejar de mimarla.