14 septiembre 2006

Tormenta

Definitivamente el verano ha dicho adios. Con suerte, habrá dicho hasta el año que viene.

Sé donde tengo la ropa de invierno, parece mentira pero lo sé.
Lo primero que he hecho al despertar ha sido toser, estornudar y buscar un pañuelo de papel. El primer resfriado del año estaba aquí. Me dolía el cuerpo entero, y tenía la sensación de haber dormido media hora cuando anoche me acosté antes de las once.

Preparo a duras penas el curso que comienzo el próximo lunes. El sueño me puede, tengo la cama tan cerca que me cuesta a horrores no caer en sus redes. Decido ir a la farmacia, no puedo más, necesito mi dosis de cualquier analgésico. Fuera dolores de cabeza. Parecerá extraño, pero la enfermedad me produce cierta sensación de bienestar. Estoy totalmente relajado, casi adormecido. Desaparecen las preocupaciones que golpean mi conciencia a toda hora. Como estoy enfermo todo vale.

Por un momento echo de menos el compartir con más gente mis jornadas laborales. ¿me estaré convirtiendo en un ser solitario alguien como yo, que no se puede callar ni debajo del agua?. No hablo solo, para disimular mi soledad pongo música a toda hora. Canciones que me distraen pero que ya no duelen. De nuevo el sueño, sigo escribiendo con la vista perdida. Estoy malo, no tengo ganas de trabajar.

Entonces se me ocurre....

Su tal vez algún día era un adios maquillado.
Ella había encontrado su vestido de olvido en el remate final de las rebajas.
Yo continuaba buscando mi traje a medida, mi sastre estaba de vacaciones en el pais de los recuerdos y no se le conocía billete de vuelta.
La angustia de sentirme abandonado se apoderaba de mí. Pensar que pronto alguien le hablaría de amor tomando su mano era la mayor de mis preocupaciones.
Negra era la noche sin estrellas donde la nostalgia caminaba a ciegas.
Pero volvió a amanecer y esos rayos de luz trajeron con si una lluvia de pensamientos, una tormenta de escenas, un aluvión de sueños...

y es que ya camino hacia los treinta
y me muero por el aroma a vainilla de tu piel
por volver a recorrer un camino sin fin en tus manos
por decirte que no te preocupes, que siempre estaré a tu lado
por sentirme feliz al oir una canción
y por bailarla una y mil veces
y ver a toda esa gente que quiero y me motiva
y pienso que quizás si exista algo que dure eternamente
y que contigo superaré todo lo que se me viene encima
y que seguiré coleccionando pequeños momentos
que hagan más grande este sufrido corazón

Son casi las 18, hora de tomar una nueva dosis de esa medicación
Esa que me hace sentir bien, esa que me adormece, la misma que se lleva de paseo todas mis preocupaciones.

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