20 septiembre 2006

Exilio

La mitad de su equipaje eran perfumes,
la fragancía de lavanda auguraba la primavera
aroma a rosas alfombra del aire de cada día
por la noche no la abandonaba el jazmín

Sus transparentes ojos fueron mi única ventana
sus suaves manos mi soñada cama
sus perfectos pechos mi inseparable almohada
sus largas piernas mi secreta senda al paraiso

De cada rincón de su cuerpo quise hacer toda mi patria
hasta que cruelmente y sin avisar llegó la revolución
y tuve que cruzar la que fue mi única frontera
aquella que el perfume de su piel me advertía de su vera

Hoy vivo en el exilio su ausencia
tan cerca como dos ciudades cualquiera
tan lejos como un sentimiento que tal vez no existiera
ausencia que diariamente hace acto de presencia

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