25 diciembre 2006

La suerte (I)

A veces creemos conocer los factores que determinan hacia que lado caerá la bola, necesitamos creer que podemos llegar a controlarlos.
Es evidanete el porqué de esta fe ciega, seríamos incapaces de vivir, de luchar por algo que está totalmente abandonado a los designios de la suerte. Pero la realidad es esa, vivimos a expensas de la suerte, trazamos planes, se dan circunstancias que nos llevan a alguien, ese alguien nos influye de alguna forma, bien sea generándose una oporunidad de cualquier tipo: emprender una nueva relacción de amistad, sexual, laboral; desestabilizándonos emocionalmente, haciéndonos recapacitar acerca de un tema, etc...
Planes, planes, planes... ya los critiqué, menos de lo que se merecían, pero lo hice.
La clave está en fijar objetivos a modo de estrella polar que nos permitan mantener la orientación ante desestabilidades. El camino para alcanzarlos nunca será el que imaginamos en un principio y es la capacidad de adaptación donde se marcan las diferencias entre los que triunfan y los que creyeron ver un abismo donde solo había una pequeña piedra.
Y es en esa adaptabilidad donde reside el auténtico camino hacia el éxito en cualquiera de sus variantes.
Cuantas más veces podamos soportar la caída de la bola en nuestro campo, más cerca estaremos de ganar el partido.

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