20 diciembre 2006

Haciendo tiempo

"la felicidad está escondida en la sala de espera de la felicidad"

Se acerca la hora de hacer balance de todo lo acontecido durante este 2006, sin duda un año en el que han cambiado muchas cosas en mi vida.
La esencia de la personalidad de cada uno es algo que no cambia ya a cierta edad, edad que supero ya con creces.

El 2005 fue en sus postrimerías un año de angustias infundadas, que son las que más desesperan.
El 2006 en sus comienzos todavía sufría los efectos secundarios de aquella surrealista agonía, tremendo desbarajuste emocional capaz de sacar de quicio al más pintado.

Cambios, cambios, era el momento de dar un giro a unas cuantas cosas. Lo pagué dejando mi puesto de trabajo para emprender una idea que rondaba tiempo mi pensamiento. Aquel trabajo que me disponía abandonar era cómodo, estable y bien pagado. Puede parecer una tontería pero una de las cosas que más me irritaba eran las charlas que nos daba el director general en las cenas de verano y navidad.
Año tras año la misma cantina: cuanto crecemos, somos los mejores, vamos a invertir en formación, somos los que mas hemos crecido, vamos a hacer esto, lo otro y lo de más allá, a todos los que habéis apostado por continuar y los que estáis desde el principio en esto se os recompensará, bla bla bla. Por supuesto todo esto iba adornado con todo ese vocabulario ridículo que emplean los directivos, yupis y demás "quieroynopuedos" del mundo empresarial; palabras como nicho, partner, tejido empresarial, cash flow, coyuntura, sinergia, business intelligence, cuadro de mando, etc etc... Mientras tanto los salarios permanecían congelados al tiempo en el que el Euribor emprendía su particular escalada camino el ahogo de esta desprotegida sociedad.

Esos días, a mi me sentaba mal la cena, observando a mis compañeros como miraban atentamente a este charlatán. El pagaba aquel banquete, y por eso tenía derecho a sentirse como un político en plena campaña: vengan a verme con banderitas, aplaudanme, a cambio tendrán un bocadillo de jamón y un refresco.

Y así fue: "me voy, me voy", "no te vas, no te vas" y al final me fui y emprendí.
Dentro de 45 minutos recojo un premio en metálico que me concedió el ayuntamiento junto a la cámara provincial de comercio. Fue el primer reconocimiento a una idea que decidí llevar adelante. La idea de un proyecto que quizás fue llevado adelante porque en ese momento estaba enfadado con el resto del mundo, bendito momento aquel...

Y hasta aquí esta pequeña reflexión acerca de como un poco de desestabilidad emocional puede actuar como revulsivo... Así que: ¡que vivan los veranos con todo lo a veces traen!

Hora de retocarse para la foto, hay que aprovechar la publicidad gratuita....

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