23 agosto 2006

El beso del cobarde

Cuando la edad enfría la sangre y los placeres son cosa del pasado, el recuerdo más querido sigue siendo el último, y nuestra evocación más dulce, la del primer beso.
Lord Byron

Y de nuevo el cobarde utilizó uno de sus letales besos. Otra víctima, aún con los labios húmedos, yacía en un sueño sin fin. Mientras, el asesino miraba hacia otro lado al tiempo que su ego se enorgullecía.
Lo que desconocía nuestro protagonista es que pronto, alguien le pagaría con su misma moneda.

Y es que todos contamos con la necesidad de matar aquello que amamos...

Mató la niña con su fría mirada azul
mató el seductor con su letal sonrisa disfrazada de inocencia
mató el poeta con aquella palabra que con paciencia y esmero escogió para el fatal acto
mató el valiente con su vieja espada cuando quiso conquistar a su amada
y tú me mataste con tu silencio cuando tus palabras eran mi aire.

Draft

Seducen las palabras, que posicionan con ventaja al emisor porque él las elige cuidadosamente, teniendo en cuenta las emociones del receptor y, cuando las tiene, pausadamente le susurra al oído aquello que éste esperaba como regalo. Se produce en ese momento la consumación del crimen, es entonces cuando el cobarde escritor mata con su beso.

Me cuesta escribir cada día más, me cuesta reconocer a los personajes que yo mismo inventé, siento como la música, que es el arte que más se acerca a las emociones, se queda muda, me resulta cada vez más insípida y veo como lentamente ya no me encuentro en todas esas canciones.
Imagino que será normal pero no me gustan las cosas a medias y eso es justo como está todo en mi vida ahora; mis historias, mis ideas, mis sentimientos, mis sensaciones, mis emociones, mis decisiones, todo a medias.

Dos cosas son necesarias para escribir, tener algo que contar y estar dispuesto a contarlo. Quien no escribe entonces, bien tendrá una vida vacía, bien será un cobarde o, en el mejor de los casos, será un perezoso.

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